Cariño mío, Hoy quiero decirte con calma lo que tantas veces callo. Eres valiosa no sólo por lo que muestras al mundo, sino por lo que guardas dentro de ti, en esos rincones donde se mezclan tus dudas y tus fuerzas, tus defectos y tus virtudes, todo lo que te hace ser tú. Eres importante porque no eres perfecta, y porque nunca lo has pretendido. En tus contradicciones encuentro verdad, en tus errores encuentro humanidad, y en tu manera de levantarte después de cada caída encuentro una fuerza que me inspira. Tu valor no está en ocultar lo que te duele, sino en seguir adelante con cicatrices visibles. Tu grandeza no está en parecer invulnerable, sino en abrazar tus fragilidades sin renunciar a ser tú misma. Esa valentía tuya me recuerda cada día que la fortaleza no es ausencia de miedo, sino seguir de pie aunque tiemble el suelo. Me gusta cómo tu risa rompe silencios, cómo logras que lo cotidiano tenga brillo, cómo conviertes un gesto pequeño en un recuerdo imborrable. Tu manera de escuchar, sin interrumpir, sin juzgar, sin huir, es uno de esos regalos que ni todos los libros del mundo enseñan. Y cuando dudas de ti, cuando piensas que no es suficiente lo que das, yo quisiera prestarte mis ojos para que te veas como yo te veo: como alguien capaz de sostener, de inspirar, de transformar. Porque eres más grande de lo que imaginas, más valiosa de lo que sospechas, más única de lo que jamás aceptarías. Tus defectos también me hablan de ti. Hablan de tu impaciencia, que es fruto de tu pasión. Hablan de tu terquedad, que nace de tu fe en lo que amas. Hablan de tus miedos, que sólo prueban que tienes algo profundo que cuidar. Y aunque a veces tropieces, aunque te equivoques, cada una de esas imperfecciones te convierte en una persona real, cercana, humana. Y es justamente por eso que te quiero: porque no eres un ideal imposible, eres verdad, eres vida, eres carne y alma. A tu lado aprendí que no necesito un mundo perfecto. Necesito un mundo contigo. Y eso lo cambia todo. Cuando estás, incluso lo difícil se vuelve soportable. Cuando hablas, incluso lo gris encuentra colores. Cuando callas, incluso tu silencio me acompaña. Hoy quiero recordarte lo esencial: eres valiosa no por lo que logras, sino por lo que eres. Eres valiosa por tu manera de entregarte, por tu forma de luchar, por tu capacidad de hacer sentir hogar incluso en un instante. Y si el mundo alguna vez te hace dudar, si las voces externas te confunden, si alguna sombra intenta convencerte de lo contrario, yo estaré aquí para repetírtelo: eres única, eres necesaria, eres mi todo. Cariño mío, no sé cuánto tiempo me dará la vida, pero sé que mientras lo tenga, quiero gastarlo en recordarte quién eres, en sostenerte cuando el peso sea mucho, en celebrarte cuando olvides tu luz, en amarte incluso en los días en que no te ames a ti misma. Porque en cada parte de ti, en lo fuerte y en lo frágil, en lo claro y en lo oscuro, yo encuentro razón para agradecer tu existencia. Y es por eso que te digo hoy, sin temor a exagerar: no hay nadie como tú, y no necesito más que saberlo.
Haberte conocido fue un azar extraño, casi un accidente del destino, una grieta en el tiempo por donde entró tu presencia y lo cambió todo. No fue el modo más común ni el más esperado, pero sí el más verdadero, porque desde ese instante supe que nada sería igual. Y aunque la vida a veces se muestre severa, aunque el camino esté lleno de quiebres y distancias, jamás me arrepiento de aquel encuentro improbable que sembró raíces en lo profundo de mí. Lo que siento por ti no es un afecto pasajero ni un capricho de los días luminosos; es un compromiso silencioso, una certeza que me acompaña aun en la incertidumbre. Eres el nombre que mi memoria pronuncia incluso en el silencio, la figura que se levanta incluso cuando todo lo demás se derrumba. Y pase lo que pase —mil partidas, mil regresos, mil pruebas— siempre hallaré un modo de estar contigo, aunque sea desde el rincón más oculto de mi ser. Si tuviera que explicarlo, diría que lo tuyo en mí es raíz y es horizonte: raíz porque me sostiene, horizonte porque me llama a avanzar. Y así, entre lo humano y lo eterno, lo que siento por ti se convierte en la más honda verdad de mi existencia.